En el sector de los sistemas aéreos remotamente tripulados (RPAS) o drones, actualmente en pleno proceso de expansión y evolución, podemos decir que existen diversos tipos de actores, desde los encargados de regular su uso hasta los usuarios finales, pasando por los fabricantes, proveedores, asociaciones y agencias que fomentan dicho sector. Se hace evidente que cada uno de los actores mencionados tiene típicamente una misión clara y objetiva y, sobre todo, en función del mismo, mayor o menor responsabilidad dentro del sector.
Dado el amplio espectro de aplicaciones y misiones operacionales que los RPAS pueden llevar a cabo de forma eficiente en comparación con otras técnicas o soluciones clásicas (por ejemplo, operando autónomamente y automatizando determinados procesos industriales), si nos adentramos en el mercado de la oferta y de la demanda, nos encontramos con situaciones o escenarios que a veces son difíciles de gestionar, principalmente por las responsabilidades y perfiles que recaen en cada uno de los actores anteriores. Por citar algún ejemplo y sin ánimo de ser muy exhaustivos, vemos que los usuarios finales solicitan, demandan y por qué no, reivindican, soluciones tecnológicas que satisfagan sus necesidades operativas y funcionales.
Para ello, los distintos fabricantes y/o proveedores intentan proponer u ofertar productos que cumplan con las exigencias y expectativas planteadas por los primeros. Sin embargo, ocurre que en la mayor parte de los sectores profesionales o industriales, las soluciones demandadas, por su especificidad y a veces complejidad, no están comercializadas, y si lo están, no se encuentran calibradas o adaptadas para los requisitos del entorno demandado, ya que fueron diseñadas para otro escenario con particularidades diferentes. Sin embargo, esta realidad que desde un punto de vista ingenieril y tecnológico parece algo razonable y lógico, no se percibe igual por los demandantes.
En definitiva, es erróneo pensar en general que las necesidades de la mayor parte de los usuarios finales se puedan cubrir con productos comerciales o sin una inversión previa. Es aquí donde nos encontramos con un "cuello de botella" relevante, ya que actualmente en el sector de los RPAS no existen soluciones o productos universales para requerimientos particulares. Es decir, ante la demanda de necesidades específicas, se requieren también soluciones específicas y a medida.
Llegados a este punto, se puede afirmar que no es suficiente sólo con ser fabricante y/o proveedor de equipos de drones al uso, sino que se ha de tener un perfil tan especializado técnicamente que sin él, en los años venideros quien no lo esté, no podrá hacer frente a las distintas demandas que se vayan produciendo en el mercado. Es decir, la capacidad de investigación y desarrollo deberá ser un complemento fundamental para cualquier fabricante y/o proveedor, pudiendo alcanzarse dicha capacidad bien a través de un socio tecnológico o bien aglutinando ambos perfiles: comercial y tecnológico.
Así, la inversión y la capacidad de I+D+i son dos asuntos claramente destacables dentro del sector de los RPAS, necesarios para fomentar su crecimiento y evolución hacia un horizonte que nos lleve a disponer de mayor variedad tecnológica que conlleve a aplicaciones autónomas, adaptadas y calibradas a los requisitos demandados. Esta doble vertiente de inversión en I+D+i ha de considerarse como dos acciones estrechamente ligadas y cuyos responsables, en general, son actores diferentes.
Existen empresas de base tecnológica con gran capacidad de I+D+i, muy especializadas, que disponen a día de hoy de determinados productos y tecnologías, pero que para cubrir esas demandas tan específicas han de llevar a cabo un desarrollo a medida que implique una adaptación a los requisitos particulares y a las condiciones operativas demandadas. Es decir, un mismo producto o tecnología puede dar respuesta a distintas demandas, pero claro está, cada una con su propia idiosincrasia (por ejemplo, en el ámbito de las inspecciones de infraestructuras, una misma tecnología puede servir, pero para cada infraestructura será necesaria una adaptación o desarrollo a medida para, precisamente, alcanzar esa autonomía y automatización particulares que resulten rentables para que las inspecciones se puedan llevar a cabo con drones).
Justamente en el concepto de desarrollo es en lo que muchos actores demandantes (usuarios finales) discrepan, muchas veces por la ligazón implícita entre su necesidad operativa y el producto tecnológico que podría cubrirla. Debido a ello, se produce la temida situación en la que las partes pierden (lose-to-lose), justamente lo contrario a los objetivos perseguidos por las distintas asociaciones y agencias para fomentar el sector (win-to-win).
Actualmente, existen Pymes con una base tecnológica muy potente que han llegado a desarrollar productos altamente tecnológicos y específicos con determinadas funcionalidades, en muchos casos autofinanciándose y haciendo pura inversión I+D+i. Sin embargo, en ningún modo estos productos pueden ser considerados como universales sino como soluciones particulares para el escenario y condiciones operativas para los que han sido concebidos.
Los costes del I+D+i necesarios para que el sector de los RPAS fortalezca su crecimiento, potencie su competitividad y disponga comercialmente de un amplio abanico de aplicaciones operativas, autónomas y óptimas en distintos ámbitos, no deben ser asumidos exclusivamente por las Pymes, sino que el I+D+i se debe fomentar con otras iniciativas, como complemento a las gubernamentales (sirva de ejemplo el reciente Plan Estratégico para el desarrollo del sector civil de drones 2018-2021, impulsado por el Ministerio de Fomento), que pasen porque los usuarios finales interesados también inviertan en tales aplicaciones.
Los actores demandantes de aplicaciones y servicios con RPAS deben ser conscientes de que, a día de hoy, si quieren optimizar sus operaciones y automatizar sus procesos para reducir los costes de mantenimiento, deben invertir para adquirir, y no sólo adquirir, ya que si no las ventajas que podrán alcanzar no les resultarán suficientes.
Debido al alto potencial que existe en los mimbres tecnológicos del tejido empresarial español, el fomento de la tecnología española a través de inversiones nacionales en el sector debería ser un axioma para no sólo mejorar el posicionamiento de la marca España, sino también disponer de sistemas de elevadas prestaciones técnicas, operativas y funcionales que den solución a las distintas demandas en los diferentes ámbitos de actuación. De este modo, se alcanzarían al menos tres objetivos: incremento de la capacidad productiva tecnológica; mayor explotación industrial al haber más soluciones y productos disponibles; y aumento de la exportación tecnológica dentro del sector de los RPAS.