Los drones Lancet-3 de Rusia han sido calificados como "inmunes", ya que tienen la capacidad de esquivar y destruir los mecanismos de defensa ucranianos. Sin embargo, la guerra ha despertado la creatividad para hacerle frente a estos sistemas kamikaze: un vídeo en YouTube de la cuenta ArmyInform muestra a los soldados de la 30ª Brigada Mecanizada Separada de Ucrania empleando una ametralladora antiaérea ZU-23-2 para contrarrestarlos.
Según la información de Bulgarian Military, el modelo de 60 años pesa casi una tonelada, requiere una tripulación de dos personas (un artillero y un comandante), está equipado con dos cañones de 23 milímetros y un largo cinturón de rondas. Tiene una velocidad de hasta 400 disparos por minuto por cañón y si bien inicialmente estaba destinado a atacar helicópteros y aviones a una distancia de 2,5 kilómetros, parece haber encontrado su nicho en la lucha contra los drones suicidas.
¿Un armamento efectivo?
Sin embargo, de acuerdo a la misma publicación, el ZU-23-2 no sería tan efectivo, ya que los drones, con su alta velocidad y su pequeño tamaño, pueden ser muy difíciles de detectar. Aunque, en ausencia de misiles antiaéreos portátiles, esta estrategia seguiría siendo la mejor defensa contra los drones suicidas. Estos sistemas, a la vez, han planteado un dilema para ambos bandos de la guerra: ¿se justifica el despliegue de misiles que cuestan cientos de miles o millones, contra objetivos tan pequeños? Por el contrario, estos objetivos diminutos pueden destruir tanques por valor de varios millones o, peor aún, cobrar la vida de los defensores de Ucrania.