Las noticias relacionadas con los sistemas aéreos remotamente tripulados (RPAS) o drones se han convertido en un lugar común. Desde hace unos meses, los RPAS ocupan un espacio destacado en los medios de comunicación y van ganando terreno en los planes de inversión de las compañías. ¿Quién no ha pensado aún en aplicar esta tecnología a su negocio? En tan sólo dos años, los vehículos aéreos remotamente tripulados ocupan un puesto de referencia en los planes estratégicos de pequeñas, medianas y grandes empresas: desde empresas tecnológicas como Amazon, pasando por las grandes constructoras hasta pequeños viticultores. Todos buscan satisfacer la ‘experiencia de usuario’ incorporando RPAS a sus activos. Y todos: fabricantes, operadores y usuarios nos enfrentamos al mismo problema: el vacío legal.
La falta de una legislación completa para regular el uso de RPAS en el espacio aéreo civil es el principal obstáculo al que se enfrenta esta incipiente industria española.
Como ocurre con la mayoría de desarrollos tecnológicos, los sistemas aéreos no tripulados provienen del ámbito militar, donde la regulación es menos restrictiva e incentiva la innovación continua. Las grandes tecnólogas europeas como Thales llevan más de 40 años desarrollando sistemas aéreos remotamente tripulados, acortando la distancia con países punteros en este tipo de industria como EEUU e Israel.
Hoy, el mercado de RPAS en Europa presenta una perspectiva de crecimiento fundamental y programas como el franco-británico Watchkeeper desarrollado por Thales y que forma parte del Programa del Ministerio de Defensa de Reino Unido, no hace más que demostrar la buena salud de la que goza el sector en Europa. Esto es así, en parte, porque en los últimos meses la multiplicidad de aplicaciones en el ámbito civil es innumerable: el control de fronteras, reconocimiento del terreno en catástrofes naturales, vigilancia del tráfico y supervisión de redes de transporte e infraestructuras críticas, detección de contrabando en alta mar, son sólo algunos usos inmediatos de los RPAS en el ámbito civil.
Sin embargo, los esfuerzos que desde el sector privado se vienen haciendo para apoyar la industria española resultarán baldíos si antes no se consigue definir una regulación completa del espacio aéreo que marque la hoja de ruta a esa industria; Por utilizar un símil deportivo, es como pretender jugar el partido de fútbol sin definir el terreno de juego. Pero esta reivindicación no es nueva ni exclusiva de la industria española; según la EASA (European Aviation Safety Agency) “el sector de los drones se caracteriza por ser dispar, innovador e internacional. Tiene un gran potencial de crecimiento con la posibilidad añadida de crear puestos de trabajo. Al mismo tiempo, es necesario garantizar un desarrollo seguro y ecológicamente responsable y respetar las inquietudes de los ciudadanos sobre la seguridad, privacidad y protección de datos. Con estas dos prioridades, la EASA propone cambios en la actual normativa de aviación para tener en cuenta los últimos desarrollos de los drones”. Pero no hay que llevarse a error, Europa actúa con lentitud. El año 2015 ha sido un fructífero en materia legal para países como EEUU, México o Chile, que han actualizado sus regulaciones para adaptarlas a las necesidades del sector. Pese a todo, estamos de celebración en el viejo continente: la Comisión Europea acaba de presentar la Nueva Estrategia de Aviación para Europa con la que pretende reforzar su base industrial y contribuir al liderazgo mundial de la UE; en ella, se hace alusión explícita a la necesidad de “desbloquear” el pleno potencial de los drones. Esperemos que en el 2016 esta estrategia se concrete en acciones que dinamicen el sector.
En España, los actores institucionales repiten como mantras del desarrollo económico la necesidad de innovar, la capacidad industrial y la exportación. Si queremos que nuestro país sea la punta de lanza en el desarrollo de RPAS como se ha hecho ver desde algunas instituciones, debemos sentar las bases regulatorias que generen las condiciones óptimas y marquen el camino.
Promover el tejido industrial español y apoyar la industria de los drones de manera incondicional es lo que llevan años haciendo multinacionales como Thales al confiar a pymes españolas la fabricación de estas aeronaves. Tecnología ‘Made in Spain’ de alto valor innovador y exportable que, sin embargo, choca irremediablemente contra la falta de regulación. Apostar por el I+D abarca una serie de campos que extralimita la industria; una verdadera apuesta por convertirnos en referente mundial pasa por trabajar conjuntamente y desarrollar en plazo y forma una regulación acorde a las necesidades del sector, capaz de aunar los intereses públicos y privados.