Existe un alto grado de conocimiento del término dron en la sociedad, aunque disminuye en lo que se refiere a sus aplicaciones y utilidades. Dos de ellas son muy claras: en el ámbito militar y de la seguridad (uso muy conocido cuyos desarrollados avanzan vertiginosamente), o como juguete. Respecto a la segunda, su presencia ha alcanzado tal grado de notoriedad que incluso ha surgido la figura del cazador de drones para mitigar su presencia en ciudades como Tokio.
Ahora es momento de pensar en otras aplicaciones, fundamentalmente servicios beneficiosos para la sociedad civil. Desde hace meses encontramos referencias a posibles usos en los medios de comunicación. Muchas empresas y centros de investigación han anunciado el desarrollo de drones con capacidad para efectuar tareas de forma más eficiente e implicando un menor riesgo y coste.
Si nos centramos en el mundo de la salud, el proyecto Dronlife Grupo IFFE es la mejor solución para transportar órganos destinados a trasplantes en entornos con graves carencias de infraestructuras viarias. Pero también se podrán transportar sueros, sangre, plasma, tejidos y fármacos, lo que permite optimizar su uso enormemente. Asimismo serán de gran utilidad para agilizar los envíos de material a puestos sanitarios alejados o en situación de emergencia.
En el caso de rescates en accidentes o desastres naturales, los RPAS permitirán acceder al lugar afectado sin riesgo para las personas y posteriormente actuar con medios humanos. En cuanto a los rescates marítimos, en áreas montañosas o industriales como fue el caso de Fukushima, los drones serán esenciales para actuar rápidamente e identificar la situación de manera eficaz. Todo ello dará la posibilidad de salvar un importante número de vidas.
Otra aplicación a tener en cuenta es el mantenimiento y seguridad de instalaciones industriales. La distribución de energía requiere una vigilancia constante de sus infraestructuras, como es el caso de los tendidos eléctricos. Lo mismo ocurre con las antenas de telecomunicaciones, oleoductos y gasoductos. Además, la vigilancia de fábricas, centros logísticos y puertos puede experimentar un avance significativo y a menor coste usando drones.
Asimismo los UAV serán clave para la protección del medioambiente. Con ellos se podrá recorrer ágilmente grandes superficies de bosque e identificar puntos calientes. Gracias a la tecnología de que disponen se puede detectar la presencia de elementos contaminantes en ríos y mares. Todo ello en tiempos mucho más cortos y con mayor nivel de seguridad que usando medios convencionales.
Por su parte, podremos observar la presencia de drones en campos como la agricultura de precisión, donde será posible registrar la temperatura del suelo, su índice de humedad o la presencia de sustancias precursoras de plagas. Así será posible actuar preventivamente y dosificar el volumen de agua y nutrientes empleados. Estas aplicaciones tendrán un importante rol en regiones como Castilla o Andalucía. Es posible que en futuro cercano incluso veamos drones controlando rebaños de ganando y protegiendo reservas naturales.
Nuestro equipo está trabajando para desarrollar aplicaciones que permitan identificar la presencia de ondas espectrales de los campos magnéticos de los componentes que forman las minas antipersona. Pronto podremos ofrecer soluciones que eviten el enorme peligro que entraña la localización de los millones de explosivos ocultos en países como la antigua Yugoslavia, Angola, Mozambique y otros países donde se han sembrado millones de minas.
Por otro lado, se acentuará mucho su uso en campos como la fotografía y las retransmisiones televisivas. No obstante, aún nos encontramos a la espera de una legislación ad hoc, ya que será imprescindible a la hora de volar sobre núcleos de población o en operaciones sin control visual directo. Es necesario un control del tráfico eficiente, lo cual requiere una normativa clara.
Vamos a ver multitud de aplicaciones, la imaginación no tiene límites, pero la seguridad para las personas y la lógica deberán ser prioritarias.